El sida no se queja por la saliva

Es un amigo el hombre con el que jugamos de niños; el que está vinculado por un favor; el que tiene igual carácter y también inclinaciones; un compañero de estudios; quien conoce los puntos enclenques y los secretos, o al que se le conozcan, y el hijo de la nodriza, crecido con él.

Quizá por eso tengo tantos amigos

Esa era la tónica, aunque había más espacio. Robert y yo salíamos a pasear los fines de semana algún sitio lejano y siempre y en todo momento en familia. Además, íbamos a comer y a danzar a algún bonito lugar. El me permitía como una pequeña, puesto que era chiquita y delgada, 5 pies y 90 libras.